Los Siete Dioses de la Fortuna
El culto a los Siete Dioses de la Fortuna (七福神) forma parte de un sistema religioso japonés derivado de una combinación de creencias indígenas y budistas, y hace referencia a las deidades Ebisu, Hotei Sama, Benzaiten, Bishamonten, Daikokuten, Jurōjin y Fukurokuju.
Estas divinidades son de distinta procedencia, incluyendo el hinduismo, el budismo, el taoísmo y el sintoísmo. Además, si uno rinde homenaje a los Siete Dioses de la Fortuna, es bendecido y se salva de cualquier desgracia. La fe en este grupo divino data de finales del período Muromachi (s. XVI) en Japón, se popularizó en el período Edo (s. XVII-XIX) y ha continuado hasta nuestros días.
A continuación, os explicamos de dónde proceden y qué representan todos y cada uno de los Siete Dioses de la Fortuna.
Benzaiten (弁才天)
También llamada Benten, es la única figura femenina dentro de los Siete Dioses de la Fortuna. Benzaiten es una diosa del budismo japonés que surge a partir de la diosa hindú Saraswati en la India. Simboliza la música, las artes y el conocimiento y a menudo se la ve sosteniendo una biwa o laúd japonés. Hay varios templos en honor a Benzaiten en Enoshima y ella es la diosa que representa la virtud de la alegría.
Bishamonten (毘沙門天)
Originario de la India, como Benzaiten, Bishamonten es el dios de los guerreros y el castigador de los malhechores. Es uno de los cuatro guardianes del budismo (四天王, shitennou) y a menudo se le representa con rostro serio, llevando armadura, con un arma en una mano y una pagoda en la otra. Bishamonten representa la virtud de la dignidad y la pagoda que sostiene representa el tesoro que custodia y regala a la gente.
Daikokuten (大黒天)
En ocasiones se le llama Daikoku y es la divinidad de la riqueza y la prosperidad. Es el equivalente japonés del dios Shiva, que surgió en la India y llegó a Japón durante el siglo IX. Generalmente, en las representaciones de Daikokuten se le ve sonriendo, con un mazo en la mano derecha y de pie sobre fardos de arroz. También hay un mito de que es padre de Ebisu, el dios que veremos a continuación. Daikoku representa la virtud de la fortuna.
Ebisu (えびす)
Curiosamente, es el único de los siete que nació en Japón. A Ebisu se le conoce por ser el dios del comercio y de la pesca y es especialmente venerado por quienes se dedican a esos sectores. Muchas veces se le aprecia con un pez en la mano izquierda, una caña de pescar en la derecha y un sombrero puntiagudo. A modo de anécdotas cabe destacar que en Japón puedes coger el tren en la estación de Ebisu y que existe una cerveza japonesa, Yebisu, cuyo nombre procede del de la divinidad. Ebisu es también el dios que representa la virtud de la honestidad.
Fukurokuju (福禄寿)
Dios de la riqueza, la felicidad y la longevidad. Todo apunta a que su nombre proviene de la versión japonesa de las palabras Fuku–roku–ju. Se dice que este dios es una combinación de los tres dioses estelares de China. Esta deidad se caracteriza por su barba larga, su frente ancha y por llevar traje chino. En ocasiones los animales que representan la longevidad (una de las virtudes de Fukurokuju) están con este dios, como los ciervos, las tortugas o las grullas.
Hotei (布袋)
Hotei es el dios que representa la virtud de la felicidad y la abundancia. También procede de China y está basado en la reencarnación de Maitreya, un santo budista. En los dibujos y esculturas que tratan de plasmarlo, se puede ver a un monje budista sonriente y barrigudo con un ogi o abanico ceremonial y un saco. En el extranjero, se le conoce como el «Buda que ríe».
Jurojin (寿老人)
Por último, Jurojin, que viene de China al igual que los dos anteriores, Fukurokuju y Hotei, es el dios de la sabiduría y la longevidad. Físicamente se parece bastante a Fukurokuju, de hecho, a menudo se confunden entre sí y hasta se ha dicho que los dos habitan en el mismo cuerpo. El bastón que aguanta Jurojin tiene un pergamino o makimono atado a él. Al simbolizar la longevidad, muchas veces también le acompañan animales como ciervos en sus representaciones.